Monday, February 6, 2012

Círculo mágico

Me da miedo cuando sonríe con sus dientes blancos, pulidos y turgentes

Que parecen querer devorarlo todo

Hasta el queso redondo de la luna con sus agujeritos y olor de gruyere.

Es como si su risa se transformase en un torrente de lívidos clamores, de llantos de infantes siendo escaldados en la hirviente sopa primordial,

Se hace violeta el clamor

Estalla en sabor a fresa

Y pincha con sus manecillas tiesas de púas de rosas que crecen en el jardín de papá.

“No deberías tener miedo, debería dejarte llevar por esas doradas esferas de luz que giran, giran en torno de él”, dijo ella.

Miré sus volátiles pestañas que emprendían vuelo

Arriba, abajo y otra vez arriba,

Sus ojos translúcidos y húmedos

Como el lago al amanecer.

Ella no sabe lo que es miedo.

Ella no sabe lo que es temer.

***

El caballo tenía ojos de bolitas de cristal con las que solían jugar los niños en los patios de la escuela. Miraba a la doncella yaciente en el lecho de rizos castaños y tul traslúcido, pálido, pálido

Como la mano de un muerto.

El caballo la observaba lascivamente mientras se relamía la dentadura emitiendo pequeños rebuznes de placer.

El duende tenía su pestilente trasero comprimiendo el pecho de la doncella mientras contaba unos billetes con el fervor de un comerciante medieval.

Su maloliente cabellera caía sobre el colchón tiñéndolo de una luz verde y violácea, una aurora boreal.

El tormento solo se prolongaría hasta la eternidad.

***

Un cuento chino

Sus pies, pequeños lotos, generaban morboso placer a su marido

-atrayente afrodisíaco esa putrefacción-

La niña miraba a la abuela con su cara ajeada de vientos raudos que surcaban sus grietas de carne como caballos de emperadores surcaban el desierto.

Los lotos florecían en el jardín, mientras que los de ella se marchitaban.

***

La verticalidad de la ingravidez pesaba sobre su etérea ala;

La pupa había sido devorada.

Solo quedaba ya el alma en mariposa que persistía en el aire como una fragancia de crisantemo, flor de cementerio o de casamiento oriental, lo mismo da.

Una crisálida transparente de sueños involuntarios de cielos altos y azules y suaves brizas de nubes.

Un aire se sintió en el comedor que mira al sur.

Un suspiro de mariposa me vino a besar la mejilla.

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